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Madrid/Ginebra, 13 de enero de 2021.- La pandemia por COVID-19 continúa siendo el principal problema para la mayor parte de los países del mundo. El número de contagios desbordados, la cifra de fallecidos que no deja de aumentar y un sistema sanitario agotado, en el que los profesionales están sufriendo meses de estrés y ansiedad. Con la situación descontrolada, un nuevo estudio realizado por el Consejo Internacional de Enfermeras, organismo que aglutina 130 Asociaciones Nacionales de Enfermeras de todo el mundo, alerta de que esta crisis sanitaria está provocando un trauma colectivo en todas las enfermeras del mundo. Tal y como exponen los datos recabados por la institución, la cifra de enfermeras fallecidas ya supera las 2.200 a nivel mundial y como el nivel de contagios de los profesionales sigue siendo muy elevado, el personal que continúa trabajando al máximo está experimentando mayor angustia psicológica por unas cargas de trabajo que no disminuyen, así como por los abusos y las protestas continuadas de los sectores antivacunas. Asimismo, el CIE, a través de una encuesta a sus asociados junto con estudios efectuados por estas o información proveniente de otras fuentes, apunta a que el efecto del COVID-19 “es una forma compleja y extraordinaria de trauma con consecuencias potencialmente devastadoras, tanto a corto como a largo plazo, para las enfermeras a título individual y los sistemas de salud en los que trabajan”. El organismo internacional resalta que, si los gobiernos no toman medidas, “se corre el riesgo de que la pandemia dañe a la profesión durante las próximas generaciones y podría suponer un éxodo de la profesión”. El mundo ya padece una carencia de seis millones de enfermeras y se esperan otros cuatro millones de escasez a causa de la llegada de la edad de jubilación en los próximos diez años. Como el efecto del COVID-19 tiene el potencial de provocar que aún más enfermeras abandonen la profesión, el CIE insta a los gobiernos a actuar ahora para proteger la enfermería y unos sistemas sanitarios ya frágiles con el fin de no poner en peligro la salud de sus naciones y el objetivo de la Organización Mundial de la Salud de lograr la Atención Sanitaria Universal. “El estudio del CIE revela datos de ansiedad y estrés de los profesionales a lo largo de todo el planeta muy preocupantes. En España, hasta el 80% de las enfermeras manifiestan síntomas de ansiedad y agotamiento. No podemos permitir que esta situación se agrave en un momento clave para la salud de todos. La tercera ola de contagios ya asola a todo nuestro territorio y tanto el Gobierno central como los autonómicos deben trabajar día y noche para evitar el colapso de nuestros profesionales. Tan importante como superar la pandemia es cuidar de la salud mental de nuestros profesionales, pieza fundamental para luchar contra el COVID-19” ha manifestado Florentino Pérez Raya, presidente del Consejo General de Enfermería de España, órgano integrado en el CIE. Por su parte, el director general del CIE, Howard Catton, ha destacado que “estamos siendo testigos de un trauma ocupacional extraordinario y complejo que está afectando a la fuerza laboral de enfermería en todo el mundo”. “Las enfermeras se están enfrentando a exigencias incesantes y sin precedentes por parte de sus pacientes, lo cual está causando agotamiento físico. Pero también se están viendo sometidas a enormes presiones de salud mental que están desembocando en casos graves de angustia psicológica. En todo el mundo, cuidar de pacientes de COVID-19 implica hacer frente a un mayor número de fallecimientos, sustituir a familiares que no pueden estar con sus seres queridos ni siquiera mientras se están muriendo, preocuparse por la falta de equipos de protección individual, enfrentarse a abusos por parte de miembros de sus comunidades y negacionistas de la pandemia y tener miedo de trasmitir el virus a sus seres queridos en casa”, ha expresado Catton. Los datos del CIE muestran que, desde la primera ola de la pandemia, la proporción de enfermeras que manifiesta problemas de salud mental ha subido del 60 al 80% en numerosos países. «Este trauma colectivo está teniendo un efecto inmediato y profundo, pero también es muy probable que tenga un impacto significativo a largo plazo puesto que contribuye a una oleada de trastorno de estrés postraumático, depresión y ansiedad cuya envergadura aún no podemos determinar. No cabe ninguna duda de que habrá consecuencias en la fuerza laboral de enfermería, que ya va camino de un déficit de 10 millones. Incluso si únicamente entre el 10 y el 15% de la población de enfermería actual abandona la profesión, tendríamos un déficit potencial de 14 millones de enfermeras en 2030, es decir el equivalente a la mitad de la actual fuerza laboral de enfermería en todo el mundo. Un déficit así repercutiría en todos los servicios sanitarios en la era post pandemia hasta tal punto que me llevaría a sostener que la salud del personal de enfermería podría ser el mayor determinante de la salud de la población mundial en la próxima década”, ha puntualizado Catton. El efecto del COVID-19 – Una instantánea mundial:
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