Las heridas crónicas complejas de larga duración y de difícil cicatrización son uno de los grandes retos a los que se enfrentan día a día las enfermeras como profesionales responsables de este ámbito. Conscientes de esta situación, el Hospital de Guadarrama, en Madrid, lleva trabajando más de un año en un proyecto de investigación para conocer cómo funcionan las ondas de choque frente a este tipo de heridas. Los resultados demuestran la eficacia y desde el hospital se muestran orgullosos de ello.

“Estamos encantados. Vemos cómo de una cura a otra se regenera el tejido y se van cerrando las heridas. Hemos tratado a personas que venían con heridas abiertas de meses, incluso de años, que nos decían que no daban crédito a lo que estaba pasando. Cuando nos decidimos a empezar con ello, hicimos un protocolo de cuidados y comenzamos el proyecto de investigación para ver cómo iban los resultados”, explica Laura Martín, directora de Enfermería del hospital.

Cicatrización

Durante todo este tiempo han visto cómo el tratamiento acelera la cicatrización, reduciendo los tiempos en el cierre de las heridas, con lo que se disminuye el tiempo de exposición de la misma y el riesgo asociado de infección. Asimismo, aseguran que supone un incremento en la calidad de vida de los pacientes, reduce el dolor y la incomodidad al reducir el tamaño de la lesión y contribuye a una mayor recuperación, debido a que el paciente puede realizar mejor las terapias de rehabilitación, mejora su descanso y puede colaborar de una forma más activa durante su ingreso en el hospital.

“Hemos visto que entre tres y seis sesiones se pueden dar una primera vez. Posteriormente, reevaluamos al paciente un mes después de haberle dado la última sesión y si la herida no ha cicatrizado, puede volver a hacerse alguna sesión. Lo hacemos una vez a la semana o cada 15 días, dependiendo de cómo veamos la evolución”, comenta Nieves Blázquez, una de las enfermeras encargadas de realizar esta técnica.

Barrido

Durante la intervención, hacen un barrido por la herida con el aparato para que la onda toque tanto dentro de lo que es la lesión como un centímetro alrededor. El objetivo es mejorar la salud de los pacientes y, aunque al principio se asustan un poco por el ruido, aseguran que todos están encantados. “Cuando ven que no les duele ni les molesta y, sobre todo, cuando ven la evolución es cuando se sienten más contentos. Estamos hablando de lesiones crónicas y que llevan mucho tiempo con ellas, entonces es una alegría ver cómo cambia el asunto”, afirma Lucía Palacio, otra de las enfermeras que pilotan el estudio.

En principio, está pensado para los pacientes de largo ingreso, que reciben las ondas de choque durante esta estancia, pero también se está llevando a cabo con otros pacientes que acuden a la consulta los jueves para poder tratarse las heridas. Aunque todavía está en proceso de estudio y ya se ha presentado en jornadas como el XXXVI Congreso Nacional de Enfermería Vascular y Heridas, organizado por la Asociación Española de Enfermería Vascular y Heridas (AEEVH), desde el hospital consideran que es una técnica que debe extenderse por todo el Sistema Nacional de Salud. “La evolución es muy favorable y muy rápida. Una vez que salen estas heridas es muy complicado curarlas, entonces cualquier técnica que lo facilite es bienvenida”, puntualiza Palacio.