GEMA ROMERO.- Un grupo de enfermeras del equipo de investigación de Enfermería “Cuidados Enfermeros Avanzados” del Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria (IMIB) ha desarrollado la escala MIDENF y un software que permite adecuar las plantillas de enfermeras a las necesidades de cuidados de los pacientes establecidos en la NIC. Fruto de su investigación, iniciada en 2018 ya han publicado cuatro artículos científicos en revistas de impacto y han registrado la escala, su nombre, el manual y el software en el registro de propiedad intelectual y en la oficina de patentes y marchas del Ministerio de Industria. Así, desarrollan una escala para ajustar las ratios de enfermeras a las necesidades de los pacientes en hospitalización.

Como cuenta M.ª Fuensanta Hellín, investigadora principal, enfermera en el Hospital Virgen de la Arrixaca (Murcia) e investigadora en el IMIB “la idea surge cuando hice mi tesis doctoral sobre la medición de las cargas de trabajo en UCI y otra compañera lo hizo en Reanimación. Nos dimos cuenta de que en estos servicios sí hay escalas o instrumentos validados para ello, pero para las unidades de hospitalización no había mucha bibliografía ni instrumentos que midan las cargas de trabajo adaptadas a las circunstancias, los tipos de pacientes y las características que tiene una unidad de hospitalización”. Por ello plantearon crear esta escala para estas unidades, pero “utilizando un lenguaje enfermero estandarizado, internacional, reconocido por todos los enfermeros del mundo. De ahí que nos basemos en intervenciones NIC”, cuenta en declaraciones a DiarioEnfermero.es.

Tras la revisión bibliográfica pertinente hicieron un primer diseño de la escala que sometieron a dos grupos focales, uno con enfermeros de hospitalización del Virgen de la Arrixaca y otro con enfermeros que eran referentes de calidad de esas unidades. Con su información realizaron un segundo borrador que remitieron a un comité de expertos formado por 12 enfermeros que realizó un análisis cuantitativo y cualitativo de la escala, cuyas opiniones incluyeron en el diseño de la misma, para posteriormente realizar un pilotaje durante los tres turnos de un día en la unidad de Medicina Interna de la Arrixaca. “La aplicamos en los tres turnos de trabajo, durante un día completo, a todos los pacientes ingresados allí”.

Para ello contaron con la colaboración de la plataforma bioinformática del IMIB que realizó el software tipo web “para que cualquier enfermero pudiera entrar con su usuario y contraseña y cumplimentar la escala de los pacientes que llevaban en su turno, además de establecer el tiempo empleado en cada intervención NIC”.

Como detalla Fuensanta, “la NANDA establece un tiempo estandarizado para esas intervenciones, pero son datos antiguos, además, las enfermeras realizamos varias intervenciones de forma solapada. Por ello, con ayuda de varias compañeras y de algunos estudiantes, cronómetro en mano, fuimos midiendo el tiempo que se trabaja en realizar cada item en tiempo real”, que es otro de los estudios que han publicado.

Tras la validación cualitativa y el pilotaje  realizaron un estudio multicéntrico que tuvo lugar en el año 2020 en cuatro hospitales de la Región de Murcia para medir las intervenciones de enfermería dos días al mes a todos los pacientes ingresados en las unidades de Medicina Interna y Cirugía. “La idea original era hacerlo durante todo el año, pero tuvimos que parar en los momentos más duros de la pandemia. Al final tomamos los datos de nueves meses y siempre en pacientes no-COVID”, cuenta la enfermera de la Arrixaca.

Carga de trabajo

Tras todo ello registraron la escala MIDENF, que está estructurada según las cuatro dimensiones funcionales de la enfermería: docencia, investigación, gestión y cuidados. Consta de 21 items -15 para cuidados, cuatro de gestión, uno de docencia y otro de investigación-, cada uno de los cuales consta de una o más intervenciones NIC asociadas al mismo tiempo de aplicación, tras analizar los datos de casi 12.000 escalas.

Así, la carga de trabajo de una enfermera se calcula sumando el tiempo dedicado a cada paciente a lo que añaden el tiempo dedicado a la gestión, la docencia y la investigación durante el turno de trabajo.

“De esta forma es posible saber cuántas enfermeras se necesitan adaptadas a las necesidades del momento, para que el número de enfermeras no dependa de que siempre hemos sido tres por la mañana, dos por la tarde y dos por la noche, sino que dependa del tipo de paciente que tienes ingresado en este momento, que es el que te va a marcar las demandas de cuidado”, subraya Fuentasanta. “Es una forma de que las supervisoras -añade- puedan justificar las demandas de más personal de manera objetiva en función del tipo de paciente que está ingresado, pues en caso contrario no es posible dar una asistencia de calidad o mantener la seguridad del paciente”.

El siguiente paso que se han fijado es integrar su software en los de historia clínica electrónica, de tal forma que “cada enfermero podría revisar las escalas de sus pacientes y simplemente repasar la escala e ir marcando las intervenciones realizadas, añadiendo simplemente los datos que falten. Así, cada supervisor podría tener un mapa de cada cama, de cada paciente, y gestionar desde ahí las necesidades de cuidados y, por tanto, de enfermeras”.

Satisfacción laboral

El contar con una adecuada dotación de enfermera no sólo incrementa la seguridad del paciente y disminuye las complicaciones asociadas a la atención sanitaria, también afecta a las propias profesionales, en forma de estrés y burnout. Por ello, han aprovechado el desarrollo de esta escala para medir la satisfacción laboral de las enfermeras en relación con la carga de trabajo medida, encontrando asociaciones “estadísticamente significativas”, y tal y como subraya otro de los artículos publicados por estas investigadoras.

Todo este trabajo (PI18/00950) ha sido financiado por Instituto de Salud Carlos III (convocatoria AES 2018) dentro del Plan Nacional de Investigación Científica, sufragado por los fondos FEDER. En él han participado M.A Fuensanta Hellín, como investigadora principal, M.ª José López (profesora de la Universidad de Murcia); Ana Myriam Seva (Hospital Vega Baja de Orihuela), M.ª Dolores Roldán, (Hospital Virgen de la Arrizaca) y Marzena Mikla (Hospital Reina Sofía de Murcia).