ÁNGEL M. GREGORIS.- Como si de un castillo blindado se tratase, los centros de salud han sido, son y serán el muro de contención de la pandemia en los momentos más difíciles, en la desescalada y también durante la llamada “nueva normalidad”. Atravesar ahora sus puertas automáticas traslada al ciudadano a un mundo completamente desconocido y adaptado para luchar cara a cara contra el COVID-19, pero también para continuar con la asistencia sanitaria habitual en estos centros. Ahora todo ha cambiado y tanto los profesionales como la población deben acostumbrarse a una realidad diferente.

Elisa Varona, responsable de Enfermería del CS Barrio del Pilar (Madrid). Imagen: Alicia Almendros

Esta “realidad diferente” se observa claramente, por ejemplo, en el centro de salud Barrio del Pilar, de Madrid. Unos vinilos cortan el paso al hall y una flecha redirige hacia un primer control, liderado por enfermeras, que se encargan de realizar el triaje a los pacientes que llegan.

  • “Perdonen, mantengan la distancia de seguridad y entren de uno en uno, el resto debe esperar fuera”, explica Virtudes Enguita, enfermera de este centro de salud cuando ve desde el control que empieza a entrar demasiada gente. “Tenemos mucho trabajo por delante para que la población sepa cómo hay que actuar a partir de ahora”, comenta segundos antes de atender al chico que acaba de llegar.
  • “Tengo bastante tos desde hace unos días y me duele la cabeza. Hoy no mucho, pero ayer bastante”, le explica el joven de 30 años, que ha decidido acudir a su centro de salud tras varios días con síntomas.
  • “¿Fatiga, diarrea, falta de aire o dolores musculares?”
  • “Sí que he estado un poco cansado, pero lo he achacado al deporte”.

Virtudes se acerca un poco con el termómetro láser y le pide que se agache.

  • “No tienes fiebre, pero con los síntomas que me comentas, vamos a pasarte a la zona que tenemos habilitada para que te hagan una valoración”.

Es así como este paciente atraviesa el primer filtro para conocer si puede estar o no infectado por coronavirus. Así se activa una maquinaria que le llevará, probablemente, a que le realicen una PCR y, dependiendo del resultado, si es positivo, guardar un aislamiento domiciliario de 14 días, controlando los síntomas y con seguimiento a las personas con las que haya tenido contacto.

Detección

Raúl Majo, enfermero de Atención Primaria Castilla y León

Con esta detección temprana, los centros de salud se han convertido en una barrera imprescindible para evitar el colapso y la saturación de las urgencias y hospitales. Sólo aquellos casos más graves serán derivados. Pero, además de esta labor fundamental, las enfermeras y el resto de los profesionales que trabajan en Atención Primaria deben continuar con la atención sanitaria que realizaban hasta la llegada de la mayor crisis sanitaria que se recuerda en España. “Hemos habilitado el triaje desde que empezó la pandemia para ver dónde tenemos que derivar a todo aquel que entra. Hay muchos que vienen a preguntar, otros a resolver temas burocráticos, otros tienen síntomas… Este cometido no existía antes, pero con toda esta crisis vimos que había que redistribuir bien a los pacientes para que no se mezclasen”, explica Enguita.

Aun así, las visitas sin cita deben ser la excepción, ya que en estos momentos se busca que todo aquel que tenga que ir al centro de salud lo haga con su cita establecida para evitar posibles aglomeraciones. “Tenemos que evitar que haya contagios en las salas de espera y deben saber que antes de venir, deben llamar”, señala Elisa Varona, responsable de Enfermería del centro madrileño.

En esta misma línea trabaja el centro de salud de Sarriguren (Navarra), en el que se ha habilitado un primer triaje telefónico por parte de los profesionales de admisión y otro por los profesionales sanitarios. “Es importante que los pacientes conozcan que los centros de salud son lugares seguros en los que se se sigue trabajando para crear circuitos de atención diferenciados para los pacientes. Nosotros hemos habilitado una franja horaria para asistencia a pacientes con síntomas de COVID-19 y otra para el resto”, comenta Cristina Villanueva, jefa de Enfermería del centro navarro.

Triaje

El triaje previo es una medida que se implantó al inicio y que, de momento, ha venido para quedarse. Así lo explica también Paula Salamanca, directora de Enfermería del Área de Salud de Mérida (Extremadura): “La estructura de los centros de salud cambió, su acceso se vio limitado por un triaje, algo a lo que nuestros pacientes no estaban habituados, ya que si algo ha caracterizado siempre a la Atención Primaria ha sido su accesibilidad, no sólo a las enfermeras, sino a cualquier profesional. Es aquí cuando las enfermeras valoramos qué circuito debe seguir cada paciente en función de su sintomatología o necesidades, evitando así uno de nuestros temores que es que el propio centro pueda ser el lugar donde otro paciente se contagie”.

Esta primera barrera da el paso al centro de salud con las salas de espera casi vacías. Una escena que contrasta muchísimo con lo que sucedía hace ya tres meses, pero que debe ser la que se encuentren todos los pacientes a partir de ahora. Con los protocolos establecidos, hay que reanudar otra vez la marcha, guardando, eso sí, todas las medidas de seguridad necesarias para evitar posibles contagios y repuntes entre la población. Paula Salamanca subraya la necesidad de contactar telefónicamente a no ser que se trate de una urgencia. “Hay que evitar aglomeraciones de pacientes y por teléfono se le indicará la hora a la que debe acudir o cómo pueden gestionar su demanda. Además, es importante ser puntual, llevar mascarilla, mantener la distancia de seguridad, una buena higiene de manos antes de entrar y acudir solos si es posible”, asevera la enfermera extremeña.

Ana María Reales, directora de Cuidados del distrito sanitario Aljarafe-Sevilla Norte

Maite Andreu Ruiz, enfermera coordinadora en funciones del centro de salud de Albatera (Alicante), explica que “el triaje ha sido un punto clave que tenía que ser ágil, resolutivo y correctamente organizado para dar respuestas rápidas a las demandas de los pacientes con el fin de que no se generaran colas”. Ellos a la vez elaboraron una red interna de consultas donde dirigir a los pacientes para realizar las actividades de manera presencial, cuando así se precisaba. “Las actividades presenciales hubo que organizarlas de modo que se pudiera atender en las consultas de enfermería garantizando las medidas de distanciamiento en las salas de espera. Para ello, se reestructuraron las agendas con citas a tiempo real y con franjas horarias separadas”, comenta.

PCR

En la zona de posibles COVID se llevarán a cabo también las PCR, tal y como ha establecido el Ministerio de Sanidad. “Tenemos que permanecer alerta ante la detección de cualquier pequeño repunte y contamos para ello con un equipo de enfermeras gracias al cual, cada vez que se detecta un paciente COVID positivo, se encargan de la localización y seguimiento de posibles contactos”, explica la enfermera de Sarriguren.

“Las enfermeras de Atención Primaria vamos a tener también un papel destacado en la desescalada, que espero no caiga posteriormente en el olvido, en el triaje, la realización de los test y en lo que se ha venido a denominar como detectives o rastreadores COVID para la detección precoz de los casos, sus contactos y seguimiento”, señala Raúl Majo, enfermero de AP en Castilla y León.

En esa misma línea, Elisa Varona concreta que desde los centros de salud madrileños se hará el seguimiento de aquellos pacientes que lo han tenido, realizándoles analíticas a domicilio a los 15 días y una radiografía al mes, además de controlar todos los síntomas. En Andalucía, Ana María Reales, directora de Cuidados del distrito sanitario Aljarafe-Sevilla Norte, explica cómo las enfermeras serán claves en el control y vigilancia de la epidemia con el estudio de los casos sospechosos y seguimiento de contactos”. “Queremos que se quede todo lo bueno que ha venido con esta pandemia en la organización de AP, dando respuesta a los problemas de salud y aumentando la calidad asistencial”, expresa.

Crónicos

Estas funciones específicas se unen ahora a las que ya se llevaban a cabo antes de la pandemia y para las que las enfermeras de Atención Primaria tienen una labor esencial, como es el control de pacientes crónicos o la educación para la salud. “En lo que al COVID-19 se refiere, debemos actuar, más que nunca, como agentes de cambio en la educación de la población”, comenta Cristina Villanueva, de Navarra.

Cristina Villanueva, jefa de Enfermería del CS de Sarriguren (Navarra)

Aparte de esta premisa y más allá de la situación de pandemia, esta enfermera expone que uno de sus papeles fundamentales en AP es “el del empoderamiento del paciente para capacitarlo en la gestión y conocimiento de su enfermedad crónica, educarle en el autocuidado o hacerle capaz de identificar cuándo necesita de la intervención de un profesional sanitario”, gracias a lo cual ha sido posible “centrarse en la gestión de la pandemia”. Por su parte, Paula Salamanca, de Extremadura, apunta, además, que “no hay que olvidar la esencia de las antiguas ‘enfermeras de salud pública’, que deben educar y concienciar a la población en hábitos tan sencillos y básicos a nivel individual, pero con tanta repercusión a nivel de la comunidad, como el lavado de manos, la ventilación de estancias o la limpieza de las superficies”. “Las enfermeras somos conscientes, ahora más que nunca, de lo importante que es potenciar la salud comunitaria. Trabajar con la comunidad, y no solo para la comunidad, es la única forma de conseguir una vuelta a la normalidad”, afirma.

Vuelco radical

El estado de alarma dio un vuelco radical a la Atención Primaria, que se vio obligada a suspender miles de consultas presenciales para transformarlas en telefónicas o, incluso, en videoconferencias. “Estamos organizando ahora todo porque las consultas no se pueden llenar de gente y tenemos que compaginar las visitas presenciales con las telefónicas. Estamos en el momento de innovar y, por qué no, continuar con las videoconferencias como hemos estado haciendo este tiempo para talleres como el de lactancia materna”, comenta Elisa Varona. Asimismo, no descarta que en el centro madrileño se empiecen a utilizar también para la deshabituación tabáquica, puesto que “se pueden dar todos los consejos para dejar de fumar sin necesidad de que venga el paciente”. “Estamos en un momento en el que vamos a tender a una atención más online y volveremos a lo de antes, pero quizás no de la misma manera”, apunta.

Para Ana Sánchez, enfermera de Pediatría del centro de salud madrileño, este cambio de realizar el taller con las madres en persona a hacerlo a través de la pantalla “ha sido un poco raro”, pero reconoce que no ha quedado más remedio. “No lo habíamos hecho nunca, pero hay que adaptase a la nueva situación. Ni que decir tiene que la enfermería de Atención Primaria somos el actor fundamental en el estudio ENE-COVID de encuesta seroepidemiológica puesto en marcha por el Ministerio de Sanidad”, dice.

Vacunación

Raúl Majo (Castilla y León) expone que “ahora es el momento de retomar y potenciar las actuaciones que se han minimizado, como es la atención al paciente crónico pluripatológico”. “En nuestra gerencia de AP nunca desapareció del todo la consulta presencial, pero sí disminuyó. Ahora vamos a ir retomándolas tras una valoración no presencial con un peso de un tercio de actividad dentro de la agenda diaria”, explica el enfermero, que apunta que la atención en la desescalada se priorizará primero los problemas de salud agudos, posteriormente retomando las revisiones de crónicos y de forma progresiva incluyendo las actividades de promoción, educación para la salud y prevención de la enfermedad”.

Paula Salamanca, directora de Enfermería del Área de Salud de Mérida (Extremadura)

Entre las consultas que no se han cancelado destacan las pediátricas hasta los 15 meses, que han seguido realizándose en materia, por ejemplo, de vacunación. “La vacunación en la edad pediátrica no podía posponerse y ahora hemos empezado a hacer revisiones hasta los 3 años y reanudado vacunaciones que no pudimos hacer en los colegios e institutos”, constata la enfermera de Sarriguren (Navarra). En Castilla y León, por su parte, también se siguió vacunando, según calendario, hasta los 15 meses y “ahora se recuperarán las revisiones de salud y las vacunas correspondientes en todas las edades de forma progresiva”. Estas tareas también están dentro de la nueva normalidad en el centro de salud alicantino. Maite Andreu expone que se seguirán realizando consultas presenciales como extracciones, vacunaciones y seguimiento del niño sano, así como actividades múltiples de enfermería, a la vez que se realizará seguimiento telefónico de consultas a crónicos y, si fuera necesario, se concertarán citas presenciales.

Atención domiciliaria

La crisis también puso de manifiesto la necesidad de potenciar la atención domiciliaria, que, como dice Paula Salamanca, “es una de las características propias de la Atención Primaria”. “El poder proporcionar cuidados dónde y cómo precise el paciente siempre ha sido parte de nuestro trabajo. De hecho, la vía telefónica viene a complementar esta atención presencial y/o domiciliaria, pero en ningún caso a sustituirla”, subraya Salamanca. En el centro madrileño tienen un coche de Cabify a su disposición, que les ha trasladado durante las semanas más duras a las casas para atender “pacientes con coronavirus, pero también a crónicos o para realizar curas para evitar que acudieran al centro de salud”.

En definitiva, son tiempos nuevos que obligan a innovar y a adaptarse a una realidad desconocida. “Fue un giro de 180 grados y de hacer una labor de promoción y prevención de la salud, pasamos a hacer una más curativa y en atención a estos pacientes. Prácticamente en 24 horas tuvimos que reorganizarlo todo”, recuerda la enfermera madrileña. Igual opina la extremeña que explica como de un día para otro “cambió la atención como la conocíamos, de tú a tú con el paciente a tener un trato a través de mamparas, mascarillas y guantes”. “Vimos como aquello que veníamos escuchando que pasaba en países lejanos, llegaba a nuestras ciudades, amenazaba a nuestros pacientes más vulnerables y ponía en jaque la atención a la cronicidad a la que tanto esfuerzo habíamos dedicado. El fin de semana en el que se decretó el estado de alarma, muchos compañeros acudieron a sus centros de salud sin pedírselo para reorganizar todo. Una vez más, las enfermeras de Atención Primaria estuvieron y están a la altura”, cuenta Paula Salamanca. Raúl, de Castilla y León, recuerda este inicio como “una nebulosa, ligeramente difuminado, con sensaciones y vivencias personales y profesionales que se entremezclan”. Para Cristina Villanueva, de Navarra, esta crisis les ha servido para “comprobar la fortaleza de su equipo: una gran capacidad de respuesta ante una situación desconocida”; para Ana María Reales, Andalucía, “supuso cambiar de la noche a la mañana y reinventarnos” y para Maite Andreu, Comunidad Valenciana, “tuvimos que enfrentarnos a un nuevo modelo diferente al llevado a cabo hasta ahora y necesitamos que fuese aceptado y secundado por la población, con el fin de trabajar conjuntamente en la consecución de los objetivos!

Mapa de la AP en España. Fuente: Ministerio de Sanidad

Ellos y los más de 30.000 enfermeras y enfermeros que trabajan en Atención Primaria en España vieron cómo un tsunami arrasaba en días todo lo que se había construido en décadas. Y ahora hay que volver a edificar, ladrillo a ladrillo, todo ese andamiaje para recuperar la calidad asistencial que existía antes sin dejar de lado, en ningún caso, el recuerdo de lo vivido en el pasado para prevenirlo en el futuro.

15.000 enfermeras

El peso asistencial que han soportado sobre sus hombros no sólo las enfermeras, sino también el resto de profesionales sanitarios, durante esta pandemia no ha hecho más que constatar la necesidad de apostar más y mejor por una sanidad pública y de calidad. Con unas ratios de enfermeras por pacientes muy a la cola de la media europea, España afronta ahora un nuevo paradigma para el que necesita un aumento urgente de las plantillas en todos los niveles, pero, sobre todo, en Atención Primaria (AP). Según las estimaciones del Consejo General de Enfermería, en la actualidad harían falta 15.000 enfermeras más en los centros de AP para reforzar y hacer frente a la desescalada y la nueva normalidad. “Las instituciones deben apostar por las enfermeras en este momento y se debe potenciar el papel de la enfermera especialista en Familiar y Comunitaria, una categoría que no se ha implantado a día de hoy en todo el país. También es importante proteger a estos profesionales que ahora se encargarán en muchos lugares de realizar las pruebas a aquellas personas que tengan síntomas”, afirma Florentino Pérez Raya, presidente del CGE.

Un máster de dos meses

Marina González, EIR del CS Barrio del Pilar (Madrid). Imagen: Alicia Almendros

Centenares de residentes de Enfermería vieron suspendidas sus rotaciones con la crisis del COVID-19. Una situación que también les obligó a adaptarse y a ponerse a disposición del sistema para superar la pandemia. Marina González es una de ellas, es R1 de Familiar y Comunitaria en el centro de salud Barrio del Pilar, de Madrid, y reconoce que, para ella, lo más complicado ha sido “tener que valorar telefónicamente todos los síntomas compatibles con coronavirus”. Esta experiencia no se le olvidará en la vida. De hecho, ha sido un máster de dos meses, pero también destaca que a ellos les han suspendido unas rotaciones que ahora deben recuperar para terminar la formación que le convertirá en enfermera especialista. “De esta experiencia me llevo ver cómo nos hemos unido el equipo y ver cómo hemos sabido trabajar de manera multidisciplinar durante todas estas semanas”, resalta.

Momento de cuidados

Para la Federación de Asociaciones de Enfermería Comunitaria y Atención Primaria (Faecap) y la Asociación de Enfermería Comunitaria (AEC), hablar de enfermeras de Atención Primaria es hablar de una necesidad imprescindible en la desescalada y, posteriormente, en la nueva normalidad.

“Lo que más falta va a hacer son cuidados porque durante este tiempo de pandemia ha habido una absoluta fagocitación de todos los demás problemas de salud en la sociedad. Parece como si la cronificad, la violencia de género o la vulnerabilidad, entre otros, ya no tuviesen presencia o acción en la salud de la población. Por este motivo, es ahora en la desescalada cuando empiezan a emerger los problemas que ya había y que se van a ver influenciados negativamente con los efectos colaterales de la pandemia”, explica José Ramón Martínez Riera, presidente de la AEC.

Tal y como expone el Ministerio, para la vigilancia y control de la pandemia se requiere disponer de capacidades estratégicas reforzadas en cuatro fases (asistencia sanitaria, vigilancia epidemiológica, identificación y contención precoz de fuentes de contagio). “Esta nueva situación recaerá la mayoría de sus actividades en enfermeras especialistas en familia y comunidad, por eso, queremos asumir este papel tan importante hacia la nueva normalidad”, resalta Javier Carrasco, presidente de Faecap, que recuerda que los centros de salud “llevan años padeciendo un preocupante déficit en recursos humanos, sin las suficientes y necesarias enfermeras y enfermeros».

Los centros de salud deben volver poco
a poco a su actividad diaria