GEMA ROMERO.- La escasez de enfermeras en nuestro país es un hecho. Ponerle números a esa escasez es complicado. Dependiendo de los criterios elegidos y de las fuentes consultadas las cifras varían. Sin embargo, un estudio publicado esta semana en Gaceta Sanitaria bajo el título “Escasez de enfermeras en España del caso global a la situación particular. Informe SESPAS 2024”, se centra en las soluciones a este problema que pasan por mejorar las condiciones laborales y garantizar su desarrollo profesional, incluyendo la necesaria reclasificación profesional del grupo A. Estas son las claves contra la escasez de enfermeras.
Como señala Paola Galbany, una de las autoras de este estudio y presidenta del Colegio de Enfermeras y Enfermeros de Barcelona, “si nos comparamos con países que tenemos similares sistemas sanitarios es un hecho que faltan enfermeras. En nuestro artículo nos hemos comparado con Portugal, porque su sistema sanitario es muy similar al nuestro. Ellos tienen 7,44 enfermeras por cada 1.000 habitantes, mientras que nosotros, según los datos de la OCDE, tenemos 6,57. Por eso decimos que nos faltarían 41.000 enfermeras, que son las necesarias para llegar a un nivel de un país como el nuestro, porque si te comparas con países como Noruega, no tiene nada que ver”.
Consecuencias
Esta escasez de profesionales, para esta profesora de Enfermería de la Universidad de Barcelona, la principal consecuencia que tiene es “la pérdida en la calidad de los cuidados. Son deficitarios, porque no le estas prestando a la persona la atención que necesita, y llega afecta a la evolución de su salud y al desarrollo de su enfermedad”. Tal y como recuerda, hay muchos estudios científicos que relacionan la falta de enfermeras con la mortalidad, con la inseguridad y con satisfacción de los pacientes: “donde hay menos enfermeros, hay más mortalidad, más problemas de salud. Además, los países que tienen más enfermeras, estas trabajan mejor, porque tienen menor carga de trabajo y realizan su trabajo con mayor satisfacción, se sienten desarrolladas y valoradas”.
Sin embargo, para los autores de este estudio el problema no radica en que se formen pocas enfermeras. Según señalan en su trabajo, “España no ha tenido dificultades para atraer a nuevas generaciones de enfermeras, y prueba de ello es que a partir de 1981 el número de diplomadas y luego graduadas por año se incrementó de 4.500 a 11.000”.
Para Galbany el origen de esta situación es multifactorial. “En primer lugar, hay una evolución demográfica, un incremento de la esperanza de vida, que lleva aparejado un aumento de pluri patologías crónicas que requieren una demanda importante de profesionales de la salud, de enfermeras, para para dar esta atención”.
A ello se suma falta de recursos o mala utilización de los mismos, falta de inversión, muchas enfermeras en edad de jubilarse próximamente, pero también abandono de la profesión y emigración a otros países de enfermeros que posteriormente no retornan porque en los países de destino cuentan con mejores condiciones laborales.
De hecho, según una encuesta realizada por el Consejo General de Enfermería que citan en el artículo, «la pandemia de COVID-19 ha empeorado la carga de trabajo de las enfermeras y con ello su salud mental y la intención de abandonar la profesión o de jubilarse anticipadamente».
Emigración
Para Paola Galbany y Pere Millán-Martínez, autores del estudio, “la solución a la falta de enfermeras hay que buscarla en la mejora de las condiciones laborales y profesionales de las enfermeras, ya que todo apunta a que provocan el abandono de la profesión y los episodios migratorios internacionales.
Llegan a esta conclusión tras analizar los datos de migración de enfermeras a otros países, lo que, a su juicio, supone “una pérdida de inversión”. Así, destacan que entre 2009 y 2016 más de 10.000 enfermeras emigraron a Reino Unido. Esto supone toda una promoción de recién egresadas, pues las que se suelen marchar son las más jóvenes. Se formaron en nuestro sistema educativo, pero prestan sus servicios a los ciudadanos británicos. Bien es cierto que esta emigración con el COVID se ha reducido, pero todas las que emigraron no han regresado a nuestro país.
Tras el Brexit es Noruega el país que ahora acoge más enfermeras españolas: “a pesar de las dificultades del idioma, de la cultura, del frío, las enfermeras españolas apuestan por Noruega porque allí tienen lo que en España no pueden alcanzar, que es un desarrollo profesional y unas condiciones laborales más estables”, subraya Galbany.
Condiciones laborales y reconocimiento
Así, la mejora en las condiciones laborales incluiría mejorar la calidad de la contratación, reduciendo la temporalidad, pero también flexibilizando las condiciones, “que hubiera contratos a tiempo parcial para que todas las enfermeras activas pudieran trabajar. También es muy importante reducir la sobrecontratación. Uno de los problemas que tiene España es que realiza muchos contratos a una misma enfermera”. Según los datos del SEPE que recogen se realizan en torno a 2.200 contratos mensuales a enfermeras ya contratadas en un mismo mes. “De media, cada enfermera no especialista contratada en 2022 tuvo 2,76 contratos ese año”.
A eso se suma el necesario reconocimiento profesional que exigiría el cambio de categoría laboral en la Administración General del Estado para reconocer su titulación, dejando de ser grupo A2. Ello permitiría tanto mejorar los sueldos como posibilidades de promoción profesional que hoy en día se les niegan. “Permitiría a las enfermeras promocionarse profesionalmente, ostentar cargos de gestión, de responsabilidad, incrementar su capacidad en la toma de decisiones”, incide Galbany.
Pero también hay que tener en cuenta la necesaria carrera profesional, un plan que se adapte a la experiencia, la competencia y la responsabilidad de las enfermeras, con niveles graduales. “Lo que no puede ser es que una enfermera que empieza a trabajar con 25 años, a los 60, siga tirando del mismo carro. Es preciso que se creen niveles, junior, senior, que tengan en cuenta esa experiencia de tal forma que se sientan más valoradas”, detalla.
Así, “para retener y atraer enfermeras que hayan podido abandonar la profesión se tienen que centrar en la mejora de las condiciones laborales y el desarrollo profesional, incrementando la calidad de los contratos y la implantación efectiva de la carrera profesional”. Todo ello sin olvidar que “el debate de la necesidad de enfermeras debe contemplar la complejidad de los cuidados requeridos, lo que incluye tener en cuenta las habilidades y competencias de las enfermeras, así como su formación”, concluyen en su artículo.