IRENE BALLESTEROS.- Avances, riesgos, vacíos legales y, especialmente, éticos es lo que ha traído consigo la llegada de la Inteligencia Artificial (IA) a nuestras vidas. El “boom” de Chat GPT solo fue el inicio de un desencadenante de acontecimientos en relación a esta superinteligencia que ha dejado por el camino noticias que sorprenden a la vez que ponen los pelos de punta. La difusión de “deepnudes” – o fotos de supuestos desnudos creados con IA – o que los jóvenes ya traten sus problemas de Salud Mental con la plataforma “Character.ai”, hace que cada día sea más necesario sentar las bases del correcto uso de esta herramienta.
La Inteligencia Artificial no es más que una disciplina que genera máquinas capaces de imitar la inteligencia humana. Copia nuestras funciones cognitivas con el objetivo de mejorar procesos y ayudarnos en nuestras tareas. Parece que su utilidad es infinita. Sin embargo, ¿es eficaz y, sobre todo, segura en ciertos ámbitos? ¿Tiene más riesgos que beneficios? En el ámbito sanitario, sin duda, ofrece grandes oportunidades, pero también surgen interrogantes sobre algunos principios éticos como son la privacidad, la confidencialidad, la justicia, la dignidad o la no discriminación.
En sanidad y en lo que a enfermería se refiere, la IA ha cambiado las reglas del juego. Ahora las enfermeras están inmersas en un proceso de digitalización sin precedentes. Al más alto nivel. Y esto exige el uso de todas las herramientas a su disposición para ofrecer los mejores cuidados y a la vez generar rendimiento en sus funciones. Y esto pasa por el uso de la IA.
La IA ayuda a alcanzar mejores resultados en salud
Retos
El uso de la IA en salud reduciría la carga de trabajo de los profesionales sanitarios, con una disminución esperada del 20% en el caso de los médicos y un 8% en el caso de las enfermeras, tal y como indica el portal Statista. Esto, sin duda, redundaría en más tiempo disponible para dedicar a los pacientes.
“Los objetivos que debe cumplir la IA deben dirigirse a mejorar la eficiencia y la calidad de los procesos, la productividad y la satisfacción de los pacientes, las familias y la comunidad. La IA debe ser una herramienta que garantice la disposición de datos fiables y actualizados que permitan la toma de decisiones a nivel clínico, de gestión, de investigación y de políticas públicas, y, por tanto, la gestión de nuestros recursos sanitarios”, explica Maribel Mármol, presidenta de la Asociación de Enfermería Comunitaria (AEC) y autora del artículo Inteligencia Artificial y cuidado enfermero: ¿riesgos, desafíos o beneficios? a DIARIO ENFERMERO.
Con su implantación la ética a veces está en juego
Para alcanzar estos desafíos la IA en salud “debe estar basada en la evidencia científica y tener una regulación que garantice su calidad y, fundamentalmente, la seguridad y privacidad del uso de los datos”, sigue la presidenta de la AEC. Por ello, cada vez son más las sociedades científicas, asociaciones de pacientes y gestores los que piden un compromiso ético sobre la IA en salud.
Oportunidades
La transformación digital a la que asistimos, en su mayoría impasibles, tanto de las propias organizaciones como incluso de nuestras vidas producen una cantidad de datos inasumible para el ser humano. Sin embargo, éstos tratados a través de algoritmos de machine learning, generan nuevo conocimiento de nuestro entorno.
Si bien es cierto que la IA se está incorporando a las organizaciones sanitarias y a la sociedad a un ritmo acelerado, aún es pronto para detallar experiencias reales basadas en su uso, pero existen algunas. “Entre las experiencias conocidas pilotadas en España, podría encontrarse el uso de un chatbot dirigido a la deshabituación tabáquica en Atención Primaria de salud, particularmente en 34 centros de salud del Servicio Madrileño de Salud. Este chatbot es conocido como un asistente virtual que responde a preguntas y demandas de los pacientes, teniendo la capacidad de aprender y comunicarse con el usuario a través de una aplicación de mensajería, en este caso a través de Telegram. Este estudio comparó el uso de esta herramienta de IA unida a la práctica habitual con la práctica habitual únicamente, obteniendo resultados positivos y significativos”, sigue Mármol.
Es un gran recurso para el proceso de datos
Otra de las experiencias que ya se han puesto en marcha en España a través del pilotaje en investigación es el uso de un modelo predictivo a través de Machine Learning e IA capaz de identificar los principales predictores del éxito o no en la lactancia materna exclusiva durante la estancia hospitalaria posparto. Un proyecto llevado a cabo en la Universidad de Alicante que destacó diferentes “oportunidades para mejorar la atención relacionada con el apoyo a grupos específicos de madres, definidos por las experiencias actuales y anteriores de alimentación infantil, las condiciones clínicas de los recién nacidos y las condiciones de apoyo de los hospitales participantes”, apunta.
Centrándonos en el campo de la salud en general, el uso de la IA permite el análisis de grandes cantidades de datos clínicos, lo que ayuda a los profesionales sanitarios a tomar decisiones más informadas, mejorar la eficiencia y la precisión de los procesos de atención o incluso mejorar el manejo de enfermedades crónicas. “En nuestro ámbito enfermero la integración de la IA en el cuidado tiene el potencial de transformar la forma en que prestamos dichos cuidados, desde la toma de constantes y extracciones de sangre de forma más precisa, hasta el transporte y los cambios posturales, pasando por la predicción de resultados de salud y la formación, lo que puede ayudar a identificar problemas y alteraciones de manera temprana y proporcionar una atención más oportuna”, detalla la autora del estudio.
En el ámbito enfermero, la IA tiene mucho que aportar, especialmente en materia de investigación. Con la implantación de la eSalud, la enfermería podría liberarse de tareas repetitivas y acelerar su proceso de investigación. “A nivel técnico ayuda en el procesamiento rápido y eficiente de grandes volúmenes de datos en poco tiempo, automatiza tareas permitiendo con esto aplicar más tiempo a la interpretación de los resultados de los análisis, en la identificación de patrones y tendencias ocultas en los datos e incluso de sentimientos y emociones a través del lenguaje usado al responder una encuesta. Un ejemplo es el uso de Chat GPT en tareas como la localización de información, la selección de revistas científicas a las que enviar sus artículos, la generación automática de títulos, resúmenes o palabras clave e incluso como asistente de redacción, por supuesto, con la necesidad posterior de corroborar las fuentes de las que extrae la información proporcionada, por tanto, nunca excluye el factor humano de la ecuación”, garantiza la enfermera.
Acelera el proceso de la investigación enfermera
La prevención es otro de los potenciales usos de la IA. El claro ejemplo es WARIFA, un proyecto financiado por Horizonte 2020 que desarrollará un prototipo técnico de un sistema integral basado en Inteligencia Artificial para proporcionar una predicción temprana personalizada del riesgo de múltiples enfermedades no transmisibles o crónicas. “A través del teléfono las personas podrán recibir un conjunto personalizado de recomendaciones sobre estilo de vida, información sobre educación sanitaria y consejos sobre el cambio de comportamiento o conducta no saludable según el riesgo evaluado. Por ejemplo, para ayudar a las personas a prevenir el melanoma o afrontar la diabetes tipo 1, la aplicación proporcionará recomendaciones personalizadas sobre los factores de riesgo del estilo de vida, como son la exposición excesiva al sol, una dieta poco saludable y la inactividad física. Para maximizar el impacto de este sistema, el prototipo se desarrolla en un marco de cocreación en el que confluyen profesionales sanitarios y organizaciones de pacientes. Así, WARIFA tiene como objetivo definir cómo se pueden cambiar las vías de atención sanitaria para respaldar la predicción y prevención de riesgos y así empoderar a las personas y aumentar su capacidad para la toma de decisiones en este tipo de enfermedades”, expone a DIARIO ENFERMERO.
Esta enfermera se apoya en diversos estudios para afirmar que la IA no se puede limitar a su uso en la Atención Primaria, pues sus posibilidades la hacen extrapolable a la salud comunitaria, donde la prevención también juega un papel decisivo. Sus beneficios concluyen desde la mejora de la comunicación interprofesional hasta la posibilidad de predecir, informar y facilitar la toma de decisiones en la gestión sanitaria y enfermera.
El uso de la IA es tan versátil que también ha llegado a manos de la Agencia Europea del Medicamento (EMA), quienes hicieron público el pasado mes de julio de 2023 un borrador sobre el uso de la IA en el desarrollo y regulación de los medicamentos de uso humano y veterinario. En el mismo se reflexiona sobre “la repercusión que podrían tener tanto la IA como el aprendizaje automático en cualquier etapa del ciclo de vida de un medicamento, desde su descubrimiento hasta el momento posterior a su autorización. Por tanto, su implementación aún requiere de tiempo y de una regulación concreta”, sigue Mármol.
Riesgos y desafíos
Las oportunidades y ventajas que presenta la IA en enfermería son tan llamativas que, en ocasiones se pierde de vista los riesgos a los que nos enfrentamos si no regulamos debidamente su implementación. El principal riesgo, de dimensión ineludible, es la ética, un reto que debe abordarse meticulosamente. En este sentido la Organización Mundial de la Salud (OMS) difunde los principios éticos básicos que se deben tener en cuenta en su uso en la atención sanitaria, que van desde proteger la autonomía hasta fomentar la responsabilidad y garantizar la inclusión y la equidad.
El sexo y el género es otro de los factores a los que se debe prestar especial atención en el uso de esta superinteligencia. “Otro desafío a los que se enfrenta la IA es el abordaje de la discriminación basada en atributos personales como el sexo y el género. No es suficiente lograr resultados satisfactorios, sino es crucial tener en cuenta características biológicas, conductuales, sociales y ambientales únicas de cada individuo que pueden influir en los resultados en salud y el desarrollo de enfermedades”, afirma la enfermera experta en IA.
Lo cierto es que tanta tecnología y superinteligencia puede llegar también a poner en riesgo la información en salud. Las fake news, los vídeos creados con imágenes que nacen de la IA o incluso personas reales cuya voz es manipulada por esta herramienta hacen que a cada minuto sea más complicado diferenciar un contenido real de uno falso. La formación y la educación en el uso de estas tecnologías, prestando atención a las fuentes, a la autoría de las publicaciones, la fecha de creación y tener sentido crítico es lo único que nos puede salvar de la desinformación en salud.
Humanización del cuidado
En una profesión donde el impacto emocional y la interacción con el paciente son fundamentales para garantizar unos cuidados de calidad como es la enfermería es oportuno reflexionar sobre el riesgo que la IA ejerce sobre la humanización de los cuidados. “Parece evidente que esta superinteligencia sobrepasa los límites de la inteligencia humana. Llegados a este punto hay que hablar sobre el componente humano de la relación terapéutica donde, precisamente los avances tecnológicos en general han alejado y enfriado el cuidado más humano, abrazándonos cada vez más a la tecnología, distanciándonos de las emociones y de la esencia que toda persona necesita en su proceso de salud-enfermedad, el cuidado. Y esto lleva a hablar de la humanización del cuidado y a plantearse qué ocurre con el impacto emocional y la interacción que se establece en el marco de la relación terapéutica entre la enfermera y la persona cuidada”, expone la enfermera.
Su uso no supondrá el fin de la humanización de los cuidados
¿Significa esto que estamos ante el fin de la enfermería en determinadas labores sanitarias? “Pese a su utilidad, la IA no puede reemplazar el cuidado humano proporcionado por enfermeras, pues este incluye la empatía, la escucha y otros aspectos de la comunicación que, actualmente no pueden ser replicados por las máquinas. Se necesita contacto físico, presencia, ser escuchados, mirados, respetados y considerados cada uno como un ser único, indivisible y vulnerable. El cuidado debe ser vivido en la práctica, tanto de quien cuida como en la de quien recibe el cuidado. ¿Los robots nos quitarán el empleo? La IA no debería reemplazar el trabajo realizado por enfermeras, sino complementar y ser un facilitador para poder alcanzar mejores resultados en salud y en la atención al paciente”, concluye Maribel Mármol, experta en esta herramienta.