Más allá de la Atención Primaria y Hospitalaria, la enfermería tiene un papel muy importante en la atención de los niños con situaciones especiales y los atendidos por el sistema de protección. Así lo mostraron en las IV Jornas Nacionales sobre Enfermería y Protección a la Infancia celebradas en el Hospital Universitario Niño Jesús de Madrid.
Salud en el niño gitano
Soraya Bustamente, enfermera de la Unidad de Vigilancia de las infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria en la Subdirección de Epidemiología de la Comunidad de Madrid, habló durante la jornada de la salud del niño gitano. “Además de ser enfermera soy gitana y creo que no hay mejor versión para hablar de este tema que la de alguien que lo es y lo vive día adía”, ha aclarado. “La salud de los niños gitanos es como la del resto de la población. Sí que hay ciertas dificultades en ciertos temas, como por ejemplo la alimentación, pero eso no quiere decir que tengan peor salud si no que hay que centrarse en esa problemática como también en reforzar la vacunación y la salud bucodental”, ha expuesto. “Es decir, la mayoría de las veces recurren al centro de salud cuando están enfermos y no antes. Por eso, creo que es importante abordar con ellos el concepto de promoción y prevención de la salud”, ha añadido.
Las enfermeras son agentes de cuidados de salud. “Son los que estamos día a día en contacto con los pacientes, los que podemos intervenir de una forma más directa en el ciclo de vida de todos los niños”, ha recordado Bustamente. Para ella, la enfermera escolar es una figura muy importante en esta promoción de la salud. “Creo que todos los centros educativos de este país deberían tener una enfermera escolar. Los colegios es donde más tiempo y si las enfermeras reforzamos ahí las medidas de prevención y promoción, esos niños adquirirán unos hábitos saludables que se verán reflejados en su salud adulta”, ha asegurado.
Los niños en las prisiones
Existen prisiones con módulos para hombres y para mujeres, pero también para familias donde conviven madres e hijos. “Tenemos niños hasta los tres años. Siempre entran con la madre. Puede venir la mujer embarazada y una vez que da a luz los recibimos a los tres o cuatro días de nacer; o son niños que vienen con ellas porque es la mejor opción”, explica Gema Romero, enfermera encargada del módulo de familiares de la prisión de Aranjuez. “Las enfermeras que estamos en el módulo tenemos un papel fundamental. Hay una parte sanitaria como pude ser la vigilancia de salud, vacunas, asistencia… y luego una parte más de educación para la salud, higiene, descanso, apoyo psicosocial…”, añade Romero.
Las enfermeras que trabajan en la prisión son generalistas o algunas comunitarias, “pero es una labor muy vocacional porque es un módulo mucho más complejo que el de los adultos. Poco a poco nos vamos formando y haciendo a este trabajo para poder hacer la mejor asistencia posible”, comenta la enfermera.
Apoyo
Los pequeños pueden quedarse en la cárcel con su madre hasta que cumplen los tres años. Y después, o bien se decide que la mujer esté en otro grado penitenciario, o se les extradita o, en el peor de los casos, se produce una retirada del menor y la madre pasa a una prisión de mujeres. En este caso, el niño va con la familia o al sistema de protección de menores. “El niño es una figura penitenciaria controvertida porque no es un preso. Cuando viene a enfermería intentamos que no haya más internas para evitar episodios desagradables. Ellos no están dentro del sistema penitenciario, de hecho, no tienen historia clínica digital como sus padres o el resto de los internos”, expone la enfermera.
Las madres, como otros presos tienen talleres o actividades. En ese tiempo, la prisión cuenta con mujeres internas de apoyo que no tienen hijos en el módulo pero se encargan del cuidado de los pequeños. “Se intenta, además, que las madres que salen a trabajar o a talleres sus hijos salgan al exterior a la escuela infantil para que los pequeños tengan una vida lo más normal posible”, finaliza.